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Amor y anarquía

  Sería buenísimo que todo sucediera como en las series Suecas. A cada protagonista le llega su epifanía y entonces sabe hacia dónde debe dirigir sus pasos. Me aparezco en bata en la junta decisiva del trabajo. Quemar las naves. Alea iacta est.   Irse por cigarros. Cualquier evento que nos impida volver atrás sirve de parte aguas. Recién entonces comienza nuestra verdadera historia. Esa es la magia de la narrativa, momentos radicales que marcan decisivamente el rumbo. En nuestras casas, escritorios, amores y matrimonios más humildes, nada es tan sencillo, sin embargo. Nos movemos al ritmo de los engranajes del pasado, libramos con verdadero dolor los escaños de nuestras determinaciones sociales. Cada nueva sinapsis es un esfuerzo físico. Cada página en blanco un sendero escarpado. Cada alarma a las 5:00 am una lucha con el dedo para no descartarla y volver al silencio de la tibia cama. Una batalla cotidiana con lo que somos, con lo poco que hemos alcanzado a comprender, con un míni

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