Amor y anarquía

 

Sería buenísimo que todo sucediera como en las series Suecas. A cada protagonista le llega su epifanía y entonces sabe hacia dónde debe dirigir sus pasos. Me aparezco en bata en la junta decisiva del trabajo. Quemar las naves. Alea iacta est.  Irse por cigarros. Cualquier evento que nos impida volver atrás sirve de parte aguas. Recién entonces comienza nuestra verdadera historia. Esa es la magia de la narrativa, momentos radicales que marcan decisivamente el rumbo.

En nuestras casas, escritorios, amores y matrimonios más humildes, nada es tan sencillo, sin embargo. Nos movemos al ritmo de los engranajes del pasado, libramos con verdadero dolor los escaños de nuestras determinaciones sociales. Cada nueva sinapsis es un esfuerzo físico. Cada página en blanco un sendero escarpado. Cada alarma a las 5:00 am una lucha con el dedo para no descartarla y volver al silencio de la tibia cama. Una batalla cotidiana con lo que somos, con lo poco que hemos alcanzado a comprender, con un mínimo momento creativo.

En este punto, me gustaría derivar hacia alguna frase reivindicatoria del tipo “soy una guerrera” y “mis ancestras” y “la madres tierra”. Nada de eso me viene a los dedos, tristemente. Si acaso, alcanzo a cerrar este parte de guerra con algo de sinceridad: en esas batallas cotidianas entre lo que somos y lo queremos ser, a veces tengo buenos días, otros, me pongo a ver series suecas en Netflix. 

Love & Anarchy | Netflix Official Site

Comentarios

Melusina ha dicho que…
Gracias por recordarme el simple, contundente y profundo entramado entre el arte, la vida y el trabajo.

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