No hay paletas de nanche en todo el Distrito Federal

Debajo de un puente, a las orillas de periférico y tláhuac, hay una bolsa y un morral colgados en lo que alguna vez fue un columpio.
A un lado dos jóvenes se besan por primera vez. Sé que es la primera vez que se besan porque nadie soportaría el olor a orines de ese puente, sino fuera por la certeza de hallar algo nuevo bajo el concreto.

Miro a los jóvenes desde una motocicleta roja, mientras hablo con un hombre sobre nuestras parejas, matrimonios, futuros y compras de casas a costa de enterrar la cabeza y sacar el culo.
Por un momento pienso en decirle al hombre de la motocicleta que mire a los jóvenes besarse, pero eso alargaría la conversación y ya quiero volver a casa.

Viajar en motocicleta desde mi trabajo hasta el puente de tláhuac y periférico: la parte más divertida de mi día de trabajo. Eso, y las paletas de guayaba que venden en el camino.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Debajo del mismo puente, justo en medio del Periférico, en el mismo corazón de ningún lado, en la ignorante comodidad de la estética citadina, y aspirando el mismo rancio sopor humano, me preguntaba cómo un par de individuos podrían besarse sin más, sin mundo, sin ruido, sin estética, con orines o sin ellos, y recordé algo que todos sabemos tan bien como Cela: "hay verdades que se sienten en el cuerpo, como el hambre o las ganas de orinar", o las ganas de besar, he ahí el absoluto del día: un paseo y una paleta cuyo amasiato significante ha desbordado y desplazado a otros paseos y otra paletas. Gracias a... a quien sea, a quien haya inventado los besos no-natos, las paletas de guayaba y las motos rojas (qué horrible color), en fin. Cada vez me fui pensando que la verdad no nos haría libres, porque esta sólo es un juicio de hecho, algo qu está ahí esperando a ser tomado o escupido, como la mentira, su hermana, así, los besos o se toman o se dejan, pero aun así existen.

Entradas populares