No hay paletas de nanche en todo el Distrito Federal
Debajo de un puente, a las orillas de periférico y tláhuac, hay una bolsa y un morral colgados en lo que alguna vez fue un columpio.
A un lado dos jóvenes se besan por primera vez. Sé que es la primera vez que se besan porque nadie soportaría el olor a orines de ese puente, sino fuera por la certeza de hallar algo nuevo bajo el concreto.
Miro a los jóvenes desde una motocicleta roja, mientras hablo con un hombre sobre nuestras parejas, matrimonios, futuros y compras de casas a costa de enterrar la cabeza y sacar el culo.
Por un momento pienso en decirle al hombre de la motocicleta que mire a los jóvenes besarse, pero eso alargaría la conversación y ya quiero volver a casa.
Viajar en motocicleta desde mi trabajo hasta el puente de tláhuac y periférico: la parte más divertida de mi día de trabajo. Eso, y las paletas de guayaba que venden en el camino.
A un lado dos jóvenes se besan por primera vez. Sé que es la primera vez que se besan porque nadie soportaría el olor a orines de ese puente, sino fuera por la certeza de hallar algo nuevo bajo el concreto.
Miro a los jóvenes desde una motocicleta roja, mientras hablo con un hombre sobre nuestras parejas, matrimonios, futuros y compras de casas a costa de enterrar la cabeza y sacar el culo.
Por un momento pienso en decirle al hombre de la motocicleta que mire a los jóvenes besarse, pero eso alargaría la conversación y ya quiero volver a casa.
Viajar en motocicleta desde mi trabajo hasta el puente de tláhuac y periférico: la parte más divertida de mi día de trabajo. Eso, y las paletas de guayaba que venden en el camino.
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