Teatro chino para platónicos III
Tuve una fiestita en el súper. Olí con todo detenimiento el cebollín, el perejil, la rúcula y cada hierba que me llevé para hacer la sopa que hago todo los días mientras mi esposo trabaja y yo lo espero. Olí cada ramita, cada poro y berro como se huele una piel nueva y, por un instante minúsculo, sentí que mi vida estaba en otra parte. Luego me regrese a mi casa caminando bajo la lluvía.
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